Dylan Thomas, el ángel ebrio
Contenido principal del artículo
El mejor retrato que conozco de Dylan Thomas lo hizo alguien que no lo trató personalmente. Quizás por ello sea el mejor. Es de Pietro Citati y no tiene desperdicio:
"Dylan Thomas era un muchacho pequeño y delgado. Tenía el cabello rizado, color castaño, grandes ojos de conejo marrones y verdes, tímidos, presuntuosos y maravillados; la nariz respingada, labios gruesos y carnosos, de los que pendía el eterno cigarrillo, y un diente anterior roto en el pub de la Sirena, durante un juego llamado “perros y gatos”. Se parecía a Harpo Marx —pero su escritura, pequeña, nítida, inclinada hacia atrás, recordaba a la de Emily Brontë. Usaba una corbata de artista con el nudo grueso, hecha con una bufanda femenina; y una playera de cricket color verde botella, o suntuosas camisas color escarlata. Los otros veían en él solo a un muchacho parlanchín, que quería hacerse el duro y se daba muchos aires".
[…]
Descargas
aquellos autores que tengan pubkicaciones con esta revista, aceptan los terminos siguientes