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Ernesto Hernández Barragán partió un sábado de febrero de este año en Cali. Escritor, traductor, editor, en cuanto pájaro nocturno, de Ernesto puede decirse lo que él mismo dijo sobre el devenir animal del filósofo: “poseedor de las tres virtudes: indiscernible pues se va a lo más alto; imperceptible pues no tiene determinado color; impersonal pues canta suavemente”. En términos de su labor editorial, Ernesto coordinó diferentes revistas como Sé Cauto y el Vampiro Pasivo, por donde circularon textos, entrevistas y ensayos de diferentes filósofos, artistas y pensadores del norte global y de América Latina. Lo que pasaba por allí no aparecía en ese entonces en revista académica alguna, pero importunaba con sus dardos el edificio disciplinar del saber universitario. Hicieron presencia allí problemas que, años después, la academia convertiría en moneda corriente: el sujeto, lo nómada, la diferencia. Usamos la palabra circular de forma deliberada para indicar ese retorno eterno de un pensamiento como el de Ernesto, en el cual lo que retorna es la diferencia.

Sánchez Lopera, A. (2025). Para decir adiós a Ernesto Hernández. Nómadas, 58, 1–6. https://doi.org/10.30578/nomadas.n58a6

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