Bayardo San Román, narcotraficante. Ida y vuelta de Crónica de una muerte anunciada a la narconovela
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A los lectores de crítica latinoamericana la queja les sonará conocida: si bien el realismo mágico contribuyó a dar visibilidad a América Latina en el mapa de la literatura mundial, este ocasionó el daño colateral de alentar en la misma escala mundial la difusión de una serie de estereotipos que revelaban un continente exótico donde eran cotidianos los prodigios más imposibles en un mundo arcaico. Se entiende que la frustración fuera aún mayor cuando irrumpió el boom de la narconarrativa, porque no solo se creaban nuevas imágenes estereotipadas del continente, que eran tan reductoras como las anteriores, sino que, además, quizás eran aún más nocivas porque ahora el imaginario de América Latina se construía en torno a un núcleo de personajes marginales, de una violencia brutal y extrema. Para colmo de males, la diferencia de calidad literaria entre lo mejor del realismo mágico y lo narco/sucio a menudo parecía inmensa.
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