El sentido de la creación: una pregunta íntima, ineludible
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¿Qué lleva a una persona a escribir literatura? ¿Qué razones íntimas, emotivas, intelectuales, sociales, políticas, filosóficas o estéticas confluyen en el universo particular de quien decide emprender la composición de una historia de ficción, un poema, un ensayo? Estas preguntas admiten tantas respuestas como escritores existen o han existido en la larga y prolífica tradición de la literatura. Los escritores, en este sentido, comparten ese impulso tan humano de interrogarse sobre eso que hacen, o les nace hacer, para tratar de racionalizar aquello que muchas veces no es más que una compleja amalgama interior difícilmente descifrable.
La curiosidad que lleva al ser humano a interrogar al mundo y a sí mismo está presente en todos los campos de la acción humana (las artes, las humanidades, la ciencia, la técnica, etc.), y está detrás de los avances y transformaciones que han hecho posible el mundo, la sociedad y el individuo como hoy los concebimos. En el caso de los escritores de literatura, esa curiosidad ha sido fecunda. Por una parte, ha dado lugar a innumerables textos de reflexión sobre el oficio de la escritura, que no solo brindan pistas sobre los complejos mecanismos internos que propician e intervienen en la composición de las obras, sino que por ese camino constituyen indagaciones profundas sobre el arte y la naturaleza humana. Desde Aristóteles hasta hoy, en los más diversos formatos (ensayos, cartas, libros autobiográficos, tesis doctorales, entrevistas, etc.), los creadores han interrogado su oficio, han arriesgado interpretaciones y han revelado procesos íntimos, que dejan en esa tradición un material de gran valor para el escritor en formación, para el lector curioso o para el crítico.
Por otra parte, también es larga la lista de autores y de obras que han aprovechado estética y literariamente esa curiosidad por el oficio de la escritura. Un buen ejemplo son los personajes de la ficción que empiezan a descubrirse como escritores, o que ya asumen el oficio como su centro vital, o que contemplan aterrados la decadencia de su talento o los estados de bloqueo escritural, que pueblan numerosas novelas y cuentos, poemas y otras formas de la creación literaria, y de alguna manera dejan traslucir las angustias y las reflexiones de sus autores. Otro ejemplo son las obras literarias que se miran a sí mismas, que juegan con su propia naturaleza y dejan en evidencia sus mecanismos de relojería, que fracturan el lenguaje para mirarlo por dentro, que sitúan el núcleo principal de la trama, de sus tensiones y giros dramáticos en la propia escritura. Estas obras hacen partícipe y cómplice al lector del proceso mismo de creación.
Esta Lectio, presentada por la escritora colombiana Alejandra Jaramillo, constituye una invitación, pertinente y lúcida, para volver a considerar esas grandes preguntas acerca del oficio de la escritura. Una reflexión que, como dice la autora, es íntima de cada escritor, pero que al mismo tiempo interroga y propone caminos para descifrar eso que impulsa a algunas personas hacia la creación literaria.
Óscar Godoy